Ciego en la vida

Al abrir los ojos distinguió a varias personas que lo contemplaban desde los pies de la cama.
— Puedo ver —murmuró atónito para enseguida repetir con enorme regocijo— ¡Puedo ver! —dilucidando que aquel instante era único y trascendental.
Levantó el torso de la cama y sentado escudriñó a aquella gente que continuaba vigilándole en silencio.
—Puedo veros —insistió esperando que ellos se alborozaran de aquel prodigio, pero sólo sonreían.
A continuación posó su vista en la mujer de rostro dulce y marchito e inquirió.
— ¿Madre?
— Soy tu abuela Carmen —dijo la mujer mansamente.
— Y yo tu abuelo Tato —explicó el hombre de al lado.
— Tío Fermín —siguió diciendo el siguiente.
—Yo soy Diana, tu amiga —indicó una muchacha de mirada tímida.
— Y yo Félix, tu primo —señaló el último de la fila.
Estupefacto ante la revelación de aquel conjunto que seguía mirándole sonriente sólo pudo musitar.
—Pero… vosotros habéis fenecido hace mucho tiempo.
Ellos asintieron conformes.
Entonces entendió.
*Relato ganador del mes de marzo en Ficticia