Amuletos verbales
El alma, ese ser etéreo que ocupa los cuerpos, es caprichosa y escurridiza. No le gusta al alma estar encerrada, como el genio de la lámpara, y por eso, cuando la materia muere, emerge gozosa como un pajarillo a quien le abren la jaula, para deambular a su libre albedrío.
Puesto que el alma es independiente, el presidio en un cuerpo le resulta espantoso y aprovecha la menor ocasión para salir pitando, pero, si el organismo está vivo, sólo puede hacerlo con el estornudo. Es esta exhalación la llave para abrir la puerta y no es la gripe, ni el polen, ni el polvo lo que la provoca, como se cree; es el alma que cosquillea en esa frágil membrana que tenemos dentro de la nariz, con la esperanza de provocar el espasmo libertador.
Gracias a que tenemos la clave para que no huya como alma que lleva el diablo, —que a veces se la lleva aprovechando la ocasión.
Jamás dejes de pronunciar las palabras milagrosas cuando oigas retumbar un estornudo y más si es el tuyo: ¡Jesús! ¡Salud!
Me lo reveló mi abuela, palabra por palabra, que se lo había confiado la suya, tal cual.
6 comentarios
NOFRET -
¿Es lo mismo si digo Ra? es que es más cortito. ;)
Pero alguna vez se me ha salido algo al estornudar que... ¿tendré el alma podrida??? :´(
Espuma -
abrazos.
Diego J. -
Una brazo aterido.
Espuma -
un beso a cada uno.
Gladys -
Salud Espumilla.
Cerro -
Un abrazo.