Bar Consuelo

Ramón escucha atento a Juan; éste le comenta que su mujer le ha abandonado, entre hipos y sollozos, mientras apura, una tras otra, copas y copas de coñac. Al atardecer, el hombre se retira, zangoloteándose de un lado a otro. Al poco aparece Roberto, se sienta en el taburete y pide dos güisquis dobles. No tarda mucho en desahogarse y le cuenta a Ramón que Elena decidió dejarle, por un miserable vendedor de bombillas. Llora con desesperación y el otro le consuela como puede. Al fin, con una borrachera impresionante, Roberto se va pero, al mismo tiempo que él atraviesa la puerta, entra Vicente.
Vicente es un buen vecino, soltero, maduro y tranquilo. Por eso Ramón queda atónito, cuando le dice que se ha enamorado y que, Ángela, su amor, no le hace ni caso. Lloriquea, el hombretón, mientras consume tequila sin parar. Mocos y babas se esparcen por toda la barra y el cantinero limpia una y otra vez, con calma, al tiempo que reconforta a Vicente.
Cuando, a la madrugada el hombre se marcha, Ramón cierra la puerta de su negocio.
Nunca debí ponerle el nombre de mi ex novia al bar —piensa, y con un suspiro de cansancio se dispone a asear su cantina.
8 comentarios
NOFRET -
Besos!
Cerro -
Un enorme abrazo.
Goreño -
Alfon-sitonico -
Ya me gustaría tener a mí esas ideas tan buenas!!
Espuma -
Come... ¡qué cumplidos más buenos me haces!
un besito, guapaaaaa
Comella -
joseme -
Si es que...
Un besote con tapa incluída, y como se escucha en mi tierra...
¡Marchando una con espuma y una primera!
Casil -
un abrazo