Alteración
Seguí al gato largo trecho, a pesar de que los felinos detectan enseguida una presencia, esta vez logré despistarle.
Rodeé la casa y le salí de frente, el minino no se esperaba esta reacción y enseguida todos los pelos de su cuerpo se erizaron. Comenzó a maullar en señal de advertencia.
Pero yo me quedé allí, parada. El gato me observó fijamente y entonces ocurrió.
— ¿Eres tú?—me dijo temblándole la voz.
— Sí —murmuré apenas.
Se acercó hasta mí y se restregó contra mi cuerpo, maullaba sin parar, meloso. Yo le lamí la cabeza aunque mi condición es contraria a la suya y me repelía; el amor era más fuerte que la repulsa.
Ahora estamos juntos de nuevo. Él es Juan Pedro, mi esposo, muerto hace poco y convertido en un fantasma gatuno. Yo soy Eloísa, fallecida hace mucho y trocada en una perra fantasma.
-*Posdata desde el Más Allá, para todos los que lleguen a leerme: No discutáis sobre si existen los fantasmas o no. Existen. Ahora plantearos en qué fantasma os podéis convertir al morir. A mí me costó mucho asimilar esta vida perra. Mi Juan Pedro, todavía no se acostumbra del todo a mi presencia, de vez en cuando me saca las uñas.
7 comentarios
NOFRET -
En cuanto a mí, me gustaría ser mi fantasma y dar vueltas por todas partes fastidiando a los que me caían mal! jeje! dulce es la venganza! ;)
Espuma -
si es que ver en mi blog a Diego y a Cerro, me parece increíble; andaban ellos muy perdidos.
No veáis la alegría que me llevé. Gracias a los dos. :)
ah, y no perdáis esta costumbre.
Cerro -
Un abrazo, Espumilla.
Diego J. -
Un abrazo.
Espuma -
Por supuesto que iré a Atra en cuanto me decida; quizá no vuelva a ser como antes, pero lo mismo tendrá una nueva y buena forma y crezca.
nos vemos.
Gore -
Gore -