Blogia
El andurrial de Espuma

Espejos de Espuma

Última carta a Clotilde

Última carta a Clotilde

Querida  amiga Clotilde:

Como cada mes, te escribo una carta y esta misiva, amiga mía, será la última que te redacto.

Ya sabes, apreciada compañera, que mi vida no ha sido lo que se dice un mar de alegrías, — ¡quién lo sabrá mejor que tú!—, y que escribirte me reconforta el ánimo; es por ello que lo he hecho muchos años.

Pero ahora todo ha cambiado y ya no necesito exponerte, nunca más, mis congojas. Te cuento.

Hace apenas dos semanas ha llegado al pueblo un hombre; su nombre es Luis.

Luis es amable, cariñoso y simpático. Ha venido a casa para pedir trabajo, —sabes que aquí, en la granja, el trabajo es mucho—, así que Jorge, mi esposo, le dio faena y no una labor cualquiera sino todas las más bajas, las peores. Limpiar los cobertizos y las pocilgas de los cerdos, asear a los caballos, arar el campo, traer leña, sembrar el grano..., no puede pararse un minuto pues es tanto el ajetreo que tiene que, únicamente por la noche, puede acomodarse en el porche a tomar un poco el fresco.

Sin embargo, Luis no se queja, al contrario, nunca se le ve fastidiado o irritable. Es pura gentileza, todo amabilidad.

El martes pasado Luis y yo nos encontramos en el soportal, —Jorge no estaba pues había ido a la ciudad a comprar cebada para la siembra y a vender dos mulas; no vendría en dos días—, Luis me invitó a sentarme con él y yo, deseándolo, hice caso a su requerimiento.

Hablamos. Hablamos tanto y de tantas cosas sensibles al alma que me enamoré como una loca de él. Dirás, ¿cómo es posible que una señora casada desde hace treinta años y con la elevada edad de cincuenta y seis años pueda enamorarse, así, a modo de una párvula, y además en una noche?


Tengo que contestarte que sí. Estoy cuerdamente enamorada, como jamás pensé estarlo. Nunca creí que existiera el amor, ese amor que todas soñamos en que la ilusión y la excitación por ver al ser amado es primordial, esencial, en que te sientes la reina del mundo y todo fluye alrededor de ese amor.

Queridísima Clotilde, me siento tan feliz, tan radiante, que no me importa nada de lo demás; no me importa Jorge, ni mi madre, ni mis suegros... no me interesa lo que dirá la gente. Por una vez en mi vida sólo importo yo. Porque soy yo la elegida, yo la amada y sobre todo YO, la que amo ¿Tienes idea de lo que eso significa?

No, casi nadie entendería la grandeza que tiene lo que te estoy contando, lo sé. Tanto yo como la mayoría de las mujeres que hemos amado —¿amado?— a nuestros hombres porque con ellos nos casamos, porque casarse era lo natural en aquellos tiempos y si un hombre, —que nos gustara un poco—, nos distinguía como esposa, nos sentíamos contentas. Ya era una satisfacción ¡Qué ilusas!

El amor es otra cosa; es como si alcanzaras el cielo con los labios. Como si no existiera la edad, ni la gente que te rodea, como si el tiempo no importara; sólo el hombre que quieres y una misma.

El tiempo. Ahora transpone ligero; me parece que no lo aprovecho todo, que se me va de las manos como el agua. Pero no importa; preferiría vivir un solo segundo de este tiempo que cien años del anterior. Así amo.

Así amo, querida Clotilde.

Me iré con Luis, lejos, muy lejos; los dos nos amamos inmensamente. Creo que es como si su alma y la mía hubiesen estado buscándose durante años, durante siglos quizá, encontrándose por fin, uniéndose, como se unen el cielo y el mar en el horizonte o... más intensamente aún, como cuando el óvulo y el espermatozoide se encuentran e, incapaces de resistir la magnificencia que significa originar una vida, se fusionan el uno en el otro; así se han fundido nuestras almas, para comenzar a existir, a descubrir la intensidad del amor.

Voy a vivir este amor al máximo. No me importa morir después, lo juro, no me importa.


Te manifiesto que ésta será mi última carta porque no quiero desperdiciar ni un minuto sin estar amando. Porque ya no te necesito. Mi pensamiento te evocará alguna vez amiga, tal como el consuelo que fuiste, de un lejano y marchito tiempo, pero mi corazón ahora tiene alas y corre en pos del amor. No puedo, ni quiero —por nada del mundo— sujetarlo.

Adiós compañera. Ahora puedo irme y olvidarte.

No siento pena por abandonarte.

Al fin y al cabo sólo eres una bruma de mi imaginación; la amiga cómplice e inventada que alivió el alma de una mujer triste y sola.

 

Pondré esta carta junto a las otras, ¡tantos años, tantas cartas!, y esta vez... esta vez, amiga mía, las quemaré por fin.

Adiós, para siempre, Clotilde.

 

Candelaria.

Embrujo de luz

Embrujo de luz

A Mari Luz le encantaba ir al claro del bosque cuando había plenilunio. Allí se ocultaba tras la floresta  para observar a las ninfas que danzaban. Ellas, ajenas a su mirada, reían jubilosas mientras de las alturas caían serpentinas de plata y sus cuerpos, albos como la espuma, centelleaban hermosísimos.

La realidad es que no eran ninfas sino gacelas de pelo claro, no danzaban sino que hacían cabriolas y sus risas eran sólo balidos. Pero Mari Luz, con su extraordinaria imaginación, podía ver lo que deseaba y transformar en su ensueño la luz del  astro que serpenteaba entre las hojas de los árboles, por argentinas cintas que caían del cielo.  Únicamente necesitaba la magia de la luna llena.

Amanecer o esperanza

Amanecer o esperanza

Yo, que vivo entre realidades

de tiempos fieros y cruentos,

¿Cómo creer en querubes

de manos acogedoras,

de albinas alas y faz de sol?

Yo, que existo viendo maldades,

niños enfermos, famélicos, tristes...

¿Cómo creer en un cielo

henchido de rosas y risas,

cuajado de miel y de aurora?

Yo, que he contemplado barbaries,

guerras feroces de hombres locos,

sangre, injusticias y dolor,

¿Cómo creer en nirvanas 

plenas de paz, amor y hermandad?

Yo, que he consentido en silencio,

abusos, atropellos, atentados...

¿Cómo creer en otra vida

donde sólo hay felicidad,

calor, color y  complacencia?

 

Yo, no creo en nada,

incrédula soy, pagana, impía...

Mas ¿cómo no tener esperanza

si cada día sale el sol,

pían los pájaros y brotan las flores?

 

 

Adivina, adivina

Adivina, adivina

ADIVINANZAS CANARIAS que parecen lujuriosas pero son muy decorosas. Y si no las averiguas por ser una mal pensada y, alterada, te santiguas, verás debajo respuesta.  Al canario el desparpajo, la broma, risa y la fiesta.Lengua fuera

 

Una cuarta más o menos,
y más si pudiera ser
que se estira y que se encoge,
y le gusta a la mujerSorprendido
Eso que es, adivina, eso que es

Adivínalo, Adivínalo.

(Es el abanico) ¿Qué creías que era?Guiño

 

 

Las damas y damiselas,
señoras y señoritas,
se la meten estirada
la sacan encogidita,Vergüenza
Eso que es, adivina, eso que esSorprendido

Adivínalo, Adivínalo

(Es la media) ¿Qué pensaste picarona?Todo bien

 

Yo me monto sobre de ella
ella se me remenea,
yo me llevo todo el gusto
y a ella la leche le queda,VergüenzaSorprendido
Eso que es, adivina, eso que es


Adivínalo, adivínalo.

(Es la higuera) ¡uy! ¿y tú qué creías?Sonrisa

 

Toda la noche la pasa,
con el agujero abierto,
esperando que le metan
un cacho de carne dentro. Vergüenza
Eso que es, adivina, eso que es
Adivínalo, adívinalo. 


(Es el zapato) ¡mal pensada! Todo bien

 

El gusto, sabroso gusto,
el gusto de una mujer,
por una mujer el gusto
media carne sin coser. VergüenzaSorprendido
Eso que es, adivina, eso que es,
Adivínalo, adivínalo 



(Es el dedal) ¿a qué pensaste que era otra cosita?Risa

 

Beso 

El bucio

El bucio

 

 

En aquel pueblo, desde tiempos tan distantes que ni los más viejos recordaban, se soplaba una caracola cuando alguna mujer había sido infiel a su marido; algunos jóvenes pícaros se reunían en la noche y fracturaban el silencio con lamentos de bucio revelando así a la aldea entera que había una adultera.

Maribel escuchó el retumbo estando ya a punto de acostarse junto a Julio, su marido. Éste se alzó, apoyando los codos en la cama al oír el sonido, y sonrió  socarrón, tanteando quién sería el desafortunado cornudo.

Maribel no dijo nada, en un mar de dudas, se preguntó si Anselmo, su amante, estaría ya dormido y si lo despertaría el sonido de la acusación que vociferaba sus amores prohibidos.

Aunque… acaso ese bucio no silbaba por ella. Tal vez la gente ya se había enterado de las infidelidades de Dolores o de Milagros o de los amores ilícitos de Rosa... o de los de Julia o quizá de Ana, incluso podría ser por Jacinta o su prima Carmen.

 

Nota informativa: En los pueblos canarios, en los años 20, 30, 40 e incluso más adelante, cuando una mujer era infiel a su marido y se enteraban algunos de sus habitantes, enseguida se lo comunicaban entre ellos y los más jovenes solían, al atardecer o al amanecer, soplar una caracola, llamada bucio en Canarias, para alertar a la gente del pueblo de que había una adultera. 

Infidelidad

Infidelidad

Yo vivía tranquila, confiada, hasta que me lo confesó todo; me había sido infiel. Dijo que fue una aventura sin importancia y que tenía que  contármelo para quitarse de encima aquella angustia que lo envenenaba. Hoy soy yo la que no vivo, disimulo, pero no me fío de él y cuando va al trabajo lo imagino en brazos de una mujer,  si sale de casa creo de verdad que está con alguien y si se queda intuyo que está pensando en otra.  A él lo veo  contento… no hay derecho. Me adjudicó su pecado, su culpa la descargó sobre mí, y, vaciado de todo, se ha quedado tranquilo, y ahora soy yo la infeliz, la que no vive, pensando día y noche en su deslealtad, en lo que ocurrió y en si volverá a pasar.

Hubiese preferido que callara y sufriera él los remordimientos de su culpabilidad, no yo.  

Venturosa Navidad para todos

Venturosa Navidad para todos

Desearos a todos una radiante Navidad 2013, aunque ya pocos entren aquí, sé que este Andurrial lo tengo algo abandonado, es cierto, pero quién sabe si alguien lo lee, si es así, os deseo mucha alegría, mucha paz y tanta felicidad como esta vida pueda proporcionarnos. 

¡Feliz Navidad!

Santa indolencia

Santa indolencia

El día de Santa Indolencia se ha celebrado desde tiempos pretéritos, la gente impasible e indiferente deambulaba sin perturbarse por nada.

Un año, hacia mediados del siglo XVI, por el día de Santa Indolencia, un muchacho cayó desde un puente al río, la gente miraba impasible desde arriba .El distinguido señor Rodrigo Pelayo expuso algo disgustado — Si no hubiese sido el día de Santa Indolencia lo habríamos ayudado... —y quedó desfallecido por el esfuerzo de haber platicado tanto.

El muchacho intentó nadar pero no tuvo fuerzas para salir del río por si solo y pereció ahogado.

Las gentes, curiosas, observaron el fatal desenlace; desanimados y un poco tristes comentaron el suceso, luego lo más apresuradamente que sus piernas les permitieron, se alejaron del lugar y aún más rápido olvidaron el asunto.

En fin, Santa Indolencia es una celebración muy antigua, de épocas inmemoriales, pero con el transcurso del tiempo se festeja cada vez más a menudo y con más apogeo.

Vemos y oímos catástrofes, desgracias, barbaridades, desatinos... pero no hacemos nada, permanecemos indiferentes.

De vez en cuando alguien grita—¡¡Abajo Santa Indolencia!!—pero nada más.

Hogar, dulce hogar

Hogar, dulce hogar

Extasiados por la pasión inexperta y juvenil no dejaron resquicio a la cordura y sólo sus corazones fueron dueños y señores de sus almas y cuerpos.

Así, empezaron a edificar su nido de amor comenzando por el tejado; tejas de chocolate, paredes de nata azucarada y puertas de turrón.

A los primeros soplos de viento tormentoso, la casa de los enamorados se vino abajo.

Después de la terrible tempestad, cada cual regresó al sólido hogar de sus respectivos padres, desencantados y mohínos, sin volver la vista atrás y maldiciéndose uno al otro.

 

Algún día lo intentarán de nuevo, cada cual, tal vez, por su lado, pero entonces ya habrán aprendido algo fundamental; una casa siempre se ha de comenzar por los cimientos y construirse con férreos materiales, después, en su  interior, es donde hay que acomodar la dulzura.

 

El tiempo vuela... o se posa

El tiempo vuela... o se posa

 

—¡Vamos, vamos, se nos acaba el tiempo!
—¡Nos falta la caja fuerte de dentro!
—¡No, no hay tiempo!
—Pero ahí deben estar las joyas y...
—¿No me has oído?... ¡No hay tiempo!
—Carlos, estoy harto de que siempre seas tú el que dispongas lo que tenemos que hacer. No me voy a ir sin las joyas y si no te gusta te largas. Nazario, Lupe ¿os quedáis conmigo?
—Okay, cojamos las joyas.
—¿Y tú Lupe? ¿Qué dices?
—Me largo con Carlos, ya tenemos bastante en esta bolsa.
—¡Largaos entonces! ¡Fuera! ¡Pero la bolsa se queda aquí!
—El dinero que hay en ella es de todos, nosotros la llevaremos y cuando nos reunamos repartimos.
—Muy gracioso; si os lleváis el dinero no os vemos más. ¿Me crees un mentecato?
—Tomás, no me conoces. Crees que soy como tú, ¡se cree el ladrón que todos son de su condición! ¡Qué buen refrán... te viene al pelo!
—Carlos, te conozco, no te hagas el cándido. Si no recuerdo mal le soplaste a tu propio tío un cuadro de Dalí que él había robado con miles de dificultades ¿qué sobrino hace eso?
—Quién roba a un ladrón tiene cien años de perdón.
—Mira lo que dice la Lupita, ¡qué sandunguera! Pensáis llevaros
 mi parte porque soy un ladrón y encima os quedareis tranquilos, ¡dejaros ya de refranes, so memos!

—¡Escuchad!

—¿Qué?

—¡Sirenas de la policía!

—¡Vamos!

—¡Primero las joyas!

—¡No seas burro Tomás que te van a coger!

—¿Y qué te importa a ti Lupe? ¡Ya no me quieres!

—¡Animal! ¿Estás pensando ahora en amores?

—¡Cállate Carlos! ¡Metete en tus asuntos!

—Tranquilidad muchachos... hemos de irnos.

—Nazario, ¿quién te ha dado vela en este entierro?

—¡Callaos! ¿Oís las sirenas?..., ya no se oyen.

—¡Larguémonos! ¡Se nos acaba el tiempo! ¡La policía está aquí!

—¡Vamos! ¡Salid por esa puerta! ¡Rápido!

—¡Manos arriba! ¡Somos la policía¡ ¡Entréguense!

—¡Mierda!

—¡La culpa es tuya Tomás! ¡Badulaque! ¡Burro!

—¡Soltad las armas!

—No tenemos armas señor policía.

—Comisario, llámeme comisario ¿No tienen armas? ¿Cómo te llamas?

—Lupe.

—Lupe, ¿seguro que no tienen pistolas?

—No, señor comisario.

—¿Y navajas?

—No señor.

—¿Han venido a atracar una casa sin armas?

—Sí señor.

—Extraño, muy extraño.

—Somos buena gente.

—Y tú... el que habló, ¿cómo te llamas?

—Nazario, y éste es Tomás y ese Carlos...

—Bien, ya estáis todos bien ataditos.

—¡Estúpido!

—¡So penco!

—¡Calamidad!

—¡Pollino!

—¡Eh! ¿Qué os pasa?, tú eres Tomás y tú Carlos ¿no? ¿ Qué te ocurre Carlos? ¿Por qué os insultáis?

 —¡Este burro, que por su culpa nos ha cogido usted señor! ¡ Le dije que se nos acababa el tiempo!

— ¡Él es el incompetente! ¡Si hubiésemos cogido las joyas en vez de estar diciendo refranes y estupideces no se nos hubiera echado el tiempo encima!

—Se les acabó el tiempo, ¿eh?

—Sí señor, el tiempo es inexorable y va siempre apresurado...

—¿Apresurado?

— Sí señor comisario, éste que es bobo...

—No os preocupéis muchachos, les aseguro que van a sentir que el tiempo es derrochador con ustedes.

—¿Cómo?

—Ustedes denle tiempo al tiempo...

—¡La cárcel! ¡ Vamos a ir a la penitenciaria! ¡Nos van a meter en chirona!

—¿Y qué pensaban? ¿Qué íbamos a darles una medalla?

—Pero señor comisario, no hemos hecho daño a nadie, ni siquiera tenemos armas, ¿por robar unas monedas nos van a encarcelar?

—Nazario... Nazario eras tú ¿no?, dime... ¿robar es delito?

—Sí señor comisario, pero...

—Pues entonces no quiero oír una palabra más. ¡Vamos, que no
 tengo todo el tiempo del mundo!































Enamorados

Enamorados

Parece tan fácil amar cuando eres joven y te enamoras por primera vez.

Todo a tu alrededor es mágico y la gente te parece buena y los pájaros te aparentan hermosos y hay flores por todos sitios aunque sea invierno, porque la lluvia es, para el embelesado de amor, espléndidamente florida y la nieve perfumada.  Pareciera que el cielo es de un azul nunca visto y los pensamientos van siempre al ser amado como si sólo él formara parte esencial de este mundo.

Parece tan sencillamente maravilloso amar…

Pero después, al paso de los años, te das cuenta de que amar no sólo no es fácil sino que es doloroso y hasta cansado. En la mayoría de los casos, no tiene nadie la culpa, y si hay que señalar a un culpable sería a la vida misma. Imagino que si no fuera por la inexperiencia de la juventud, esa ignorancia extraordinaria, pocos se entregarían al amor, hablando de esta palabra con toda la grandeza que ella significa. Amor.

Porque es cierto que hay diferentes amores, pero el amor tierno y vivaz de la adolescencia es único, aunque sea también más quimérico y caprichoso. Radica quizá en ello su esplendor, porque dicen que uno levanta castillos de arena pero ¡son tan hermosos esos castillos! Como los de los príncipes.

 


Ensueños

Ensueños

Ahora, antes de dormirme, cuando ya acabado el día de trabajo, ya apagadas las luces de toda la casa, cuando llega la hora de entregarse a los brazos de Morfeo, pero un poquito antes, me ha dado por pensar en mi niñez, antes de conciliar el sueño me sumerjo en tiempos pasados y felices, esas noches en que de niña, arropada y dispuesta al sueño, oía, enojada, los ronquidos de mi queridísima mama-tía, que dormía en una cama al lado mío, y escuchaba el gemido del viento fuera, soplando furioso en el tejado. Ese viento que  a muchos les daría aprensión a mí, en cambio, me serenaba, me apaciguaba de los juegos alborotadores y cansados diarios, de la escuela con la maestra riñéndome, de mis problemas de niña. Ese viento, aún hoy, surte el mismo efecto en mí cuando estoy ya en la cama dispuesta a dormir;  cuando oigo llover fuera y percibo el viento mis párpados se empiezan a cerrar tranquilos, entregándose al sueño con una paz y un sosiego casi milagrosos.

He comprobado, que ante los problemas y contrariedades del día a día que no son pocos, antes de dormir, lo que más me relaja es eso, pensar en mis vivencias infantiles, incluso ha habido veces en que yo misma me he sorprendido con una sonrisa al sentir tan vívidos esos recuerdos: evocar las ocurrencias de mi tía, las palabras raras y estrambóticas de mi madre, ya que ella tenía palabras que yo estoy por creer que se las inventaba, porque eran dicciones extrañas, que sólo oía a ella, vocablos no sé si aprendidos de sus familia o ideadas, palabras geniales que hoy recuerdo con tanto cariño y humor, ¡Lo que daría por oírlas de su boca de nuevo!.

Rememoro  las historias de mi padre, esas historias que nos contaba a muchos niños en los días de lluvia, sentados todos muy quietos escuchando alrededor de la chimenea. Las peleas de mis hermanas, los cariñitos de ellas, tengo tres hermanas mayores que yo, hacia mí, la chiquita de la casa… recuerdo, recuerdo… ¡tantas vivencias preciosas, tantos hábitos perdidos ya, tantas rutinas maravillosas!

En fin, que encontré mi terapia para relajarme y es extraordinaria. Muchos dicen que estar a menudo  recordando  el pasado es síntoma de vejez o de tristeza, pero yo no estoy de acuerdo.  Para mí es volver a “vivir” con muchas de las personas que más he querido, es sentir de nuevo los ecos de sus voces, los halagos y mimos que me dieron, el calor de sus abrazos, las sonrisas de sus labios… Además poseo un don, para mí lo es: He podido apartar los malos tiempos pasados y recordar sólo los hermosos. Y esos momentos que no eran buenos, pero tampoco  terribles, he logrado darles la vuelta y volverlos si no estupendos, sí humorísticos, agradables. De esto el mérito es del tiempo,  ya sabemos que el paso del tiempo calma el dolor y enmascara lo malo volviéndolo si no bueno, sí aceptable, menos doloroso.

Feliz Navidad 2011

Feliz Navidad 2011

Otra navidad, pero los mismos deseos de siempre: salud, paz y armonía, para todos, aunque este año deberíamos agregar el trabajo, que el trabajo no nos falte a nadie.

 

Felicidades a todos.

 

El volcán del Hierro juega al escondite

El volcán del Hierro juega al escondite

Y ora aparece el burbujeo, y ora se esfuma. No sabemos en qué terminará todo esto, ese constante movimiento de la tierra, ese a veces ruido o crujido, ese volcán que no acaba de asomar, o quizá nunca lo haga. Lo que sí sé es que los herreños lo están viviendo con bastante nerviosismo, evacuados y vueltos a evacuar, esperando a ver qué pasará. Ojalá que sea un hermosísimo volcán, puede incluso que emerga un islote, eso depende de cuánto tarde y a qué profundidad está o llegue. Un volcán que haga regresar a los turistas y que El Hierro se recupere de todas estas pérdidas económicas de hoy. Pescadores sin faenas, restaurantes sin clientes, comercios cerrados... Esperemos que todo acabe bien y que tengamos otra islita para mirar y disfrutar. Le cuesta al volcán salir, es como un parto difícil y percibir esos dolores continúos que sufre la tierra de El Hierro es algo terrible: Que sea un alumbramiento feliz.

El Hierro tirita

El Hierro tirita

Nuestra isla de El Hierro está temblando, tiembla débil, lánguidamente, pero eso sí, tirita mucho, llevamos más de 7.000 seísmos de pequeña intensidad desde julio hasta ahora. Unos dicen que quizá haya la posibilidad de la erupción de  un volcán, otros dicen que no, que estos temblores son lógicos en islas volcánicas como son Las Canarias. El caso es que estalle o no un volcán, este enjambre sísmico no es normal, aunque tampoco alarmante, según los vulcanólogos.

El Hierro es una isla pequeña y preciosa, para ir a ella sólo a descansar y soñar, para respirar sin agobios y pescar o bucear en sus mares pródigos y limpios. Yo he estado en ella varias veces  y me encantó. Tiene un pueblo marinero con restaurantes de pescado, encantadores, en ellos se hace la sopa de lapas sabrosísima. Tiene esta isla unos miradores contemplativos, es decir, que en ellos la paz es inmensa, sólo se oyen los pájaros y los insectos, todo lo demás es calma, entonces desde el mirador, cualquiera de ellos, contemplas los paisajes  que parecen irreales por lo hermosamente serenos. Pareciera que estás mirando un cuadro, es algo que me emocionó mucho cuando lo disfruté. En El Hierro hay un árbol que se llama Garoé, era el árbol sagrado de los bimbaches, que son los antiguos aborígenes de El Hierro. Es un árbol “mágico”, destila agua a raudales y debajo de él, los bimbaches hacían una especie de poza para luego recoger el líquido que volcaban sus hojas. Los vientos alisios traían la bruma que producía lloviznas  o incluso sólo rocíos débiles, las hojas del Garoé almacenaban esta agua, tanta agua, y luego la derramaban dadivosos a los nativos. Todavía queda al menos un Garoé en El Hierro.

El Hierro es el paraíso de la paz, es la isla del sosiego y la armonía. Allí los turistas van a  holgar, a  meditar, a respirar.

Como anécdota personal decir que una vez que fui a esta isla de vacaciones y encontrándome cerca del mar, al lado de unas hélices de lava hermosísimas ,  un turista alemán se acercó a mí y me dijo con palabras mal traducidas al español y bastante alborotado: “Tú tener isla muy, muy bonita, tu isla me hechizó, tú ser orgullosa de tener tanta belleza, tú debes dar gracias por vivir aquí” Bueno, yo le agradecí estas emocionadas palabras, sin aclararle que yo también estaba allí de vacaciones, que no era mi isla oriunda aunque sí una de mis islas. Pero tenía razón el germánico, realmente me sentía orgullosa de ella.

Y ahora palpita, El Hierro palpita sin parar, su corazón no cesa de latir y su tierra vibra, acaso ansiosa por mostrar al mundo su ardor. Si llega a ser así, que sea un magnífico volcán para que el mundo lo contemple, sin perjuicios a la población. Ojalá.

Arrullando a los sentidos

Arrullando a los sentidos

Ayer estuvimos viendo, como tantas otras veces, una puesta de sol en el Lomo del Retamal, pero esta vez fue especial.  Las Cañadas está colmada de flores, todo el aire es perfume. Las retamas, que florecen desde últimos de mayo hasta junio, aromatizan el aire de todo el perímetro, es increíble. Los tajinastes se yerguen hacia el cielo arrogantes y orgullosos, como sabiéndose magníficos, fastuosos.

En el Lomo del Retamal, la puesta de sol es como un canto a la naturaleza. El sol se va escondiendo detrás de La Gomera. El cielo se va tornando de colores, son tantos los colores, que pareciera que un ángel estuviese coloreando el horizonte sólo para que los humanos veamos la grandeza de Dios o de la Naturaleza.  Rojo, naranja, amarillo, violeta, rosa… rayas y trazos como una tela enorme y listada.

Sentados, miramos extasiados el panorama, mientras nuestro olfato se embriagaba de aromas y nuestro oído se maravillaba con el sonido de la suave brisa, de los pájaros trasnochadores y de los insectos afanosos, que con tanta flor, tenían mucha tarea.

Nos acariciamos los brazos, como confabulándonos con el entorno, involucrándonos en  la maravilla del ambiente. Y en ese momento me percaté: — Fíjate, hemos hecho complacerse a casi todos nuestros sentidos: vista, oído, olfato y tacto. El gusto, aunque no sea del paladar, es estar aquí contigo y lo que es más extraño, estar aquí conmigo misma.

El sol terminó su jornada. Pero aún quedaron en el cielo colorines que se tornaban cada vez más suaves, hasta que la noche se adueñó de todo. Entonces nos fuimos, callados, ebrios de hermosura, embaucados de naturaleza.

Hoy comienza otro día de trabajo y de estrés, de inquietud y desasosiego. Quizá la economía mejore o tal vez sigamos así tiempo. Esta es la vida real, aunque la otra sea la auténtica.

Cómo me gustaría quedarme atrapada para siempre en el espectáculo de ayer y encajarme en esa perspectiva como una pieza más del entorno, sin alterarlo, plácida y serenamente.  

 

Persistencia

Persistencia

Una vez le conté a doña Federica treinta y tres estornudos seguidos. Y es que para esta mujer estornudar era un suplicio porque no podía parar. Sin embargo pienso que  tal martirio ha tenido su recompensa; tantas veces le han dicho ¡Salud! que ya va por los ciento seis años.

Tiempo de Navidad

Tiempo de Navidad

Apreciados amigos y lectores, son tiempos de paz y felicidad, y yo os deseo a todos mucho de ambas cosas.

¡Feliz Navidad!

Mucha salud, paz y felicidad

Mucha salud, paz y felicidad

Fui a “ALGOPARACONTAR”

pero me vine apenada

¡Qué no me ha dejado entrar

esa página malcriada!

Volví con talante mocho

pues quería desear

un radiante dos mil ocho,

mas no me debo apenar

pues aquí sí que derrocho

mis deseos de gritar.

 ¡¡¡Feliz año!!!  Sorprendido   Sin palabrasRiendoSonriente 

Feliz Navidad

Feliz Navidad

Ojalá que pudieran cumplirse todos los deseos buenos.

 

Os deseo mucha salud, mucha paz y bienestar y la mayor felicidad posible.