El Teide

Elegido Patrimonio Natural de la Humanidad.
¿Veis que foto tan hermosa?
La sombra del Teide en la Gomera.
Esperemos que siga así de dormidito mucho tiempo.
Elegido Patrimonio Natural de la Humanidad.
¿Veis que foto tan hermosa?
La sombra del Teide en la Gomera.
Esperemos que siga así de dormidito mucho tiempo.
He estado en la isla de Fuerteventura pasando unas minis vacaciones; realmente y a pesar de ya haber estado allí, esta vez la admiré mucho más.
Es Fuerteventura una isla árida, de montañas baldías que inventan un paisaje que parece irreal. En algunos miradores pudimos contemplar sus valles, casi pelados, dónde destacaban las casitas de los pueblos, uno aquí, otro allá, con sus altas y elegantes palmeras canarias; las támaras.
Sin embargo son sus playas, extensas, de arena blanca y mar cristalino, lo que más nos sedujo. Por las mañanas, al bañarnos en las playas de sotavento, casi con bajamar, los miles de peces plateados se arremolinaban en torno a nuestros cuerpos, peces que parecían querer darnos la bienvenida a sus aguas limpias, sin contaminar, juguetones ellos, se arrimaban mucho a nosotros, pero cuando tratábamos de tocarlos desaparecían vertiginosos para volver enseguida a rodearnos centelleando entre las aguas. Una maravilla.
Las carreteras son largas y rectas, serpentean entre llanuras despobladas, aunque no tan despobladas pues las cabras, libres y radiantes, pastan sin descanso; miles de cabras aunque, la mayoría, diseminadas; blancas, negras, berrendas, marrones... las miramos sabiendo a ciencia cierta que son verdaderamente felices allí.
Los restaurantes no es que sean cuantiosos pero hay suficientes y la verdad es que aquellos a los que acudimos fueron muy buenos. El pescado y la carne de cabra, junto con el queso de este animal, son los reyes de la cocina majorera, sin duda.
En fin, fueron siete días maravillosos en una isla tranquila y plena de sosiego, cosa que hoy en día es difícil encontrar. Os recomiendo visitarla, merece la pena.
¡Buaaaaaa!
¡Buaaaaaaa!
¡Qué tengáis todo lo mejor!
os desea, Espuma.
¿No oís cantar a la vela?
¿No oís sonar el tambor?