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El andurrial de Espuma

Juan Cuco avante, con su ayudante

Juan Cuco avante, con su ayudante

Juan Cuco, el detective más farruco de Valleoveja, lanzó una queja.

— ¿Quién limpió esto?—gritó molesto.

—Yo he sido, es que soy muy pulido, señor. Y daba mal olor.

— ¡¿Es qué no vio que era el arma del asesinato, Honorato?!

— ¿Ese gato?

— Sí, este minino… ¿de quién es este animal?

—De Pascual, el mayordomo… Mire, tiene erizado el lomo ¿Es ese felino el asesino?

—No, es el arma ¿Tendrán alarma? —preguntó Juan mirando en rededor.

—Está averiada, señor.

—¡¡Marramiaúo!! —dijo el gato con fiereza, y saltó con ligereza al suelo.

—¡Mire qué tieso el pelo! —gritó Honorato, turulato, mientras el bicho corría encrespado y arañaba, por capricho, todo el entarimado.

—Honorato, mi olfato dice que tenemos al asesino. Opino, muy cabal, que es Pascual.     

— ¿Cómo? ¿El mayordomo? Improbable.

— ¡Oooh!, hable, desembuche. Pero primero escuche: me dice que en la mansión sólo estaba Pascualón. Tenemos un difunto; un ladrón, barrunto. El gato, Honorato, que causó esos zarpazos, en la cara, en los brazos…y le sacó los ojos, con arrojos, es del tal Pascual. Él le lanzó el felino al manilargo y, después, al ver su desatino, se dijo, “me largo”.

—Bueno señor, no es mala componenda la suya pero, comprenda que arguya que eso es incoherente.

—Qué inteligente. Y dígame Honorato, ¿cuál es su dato? ¿Qué fue idea del gato?, ¿eh? elucídeme este laberinto.

—Señor, yo sólo sé que Pascual es el extinto.

 

 

1 comentario

gladys -

Me encantan estos entuertos Espumilla. Son la esencia de tu estilo.