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El andurrial de Espuma

Doble laurel para Hera

Doble laurel para Hera Un día Hera, diosa del Olimpo, se alejó demasiado en su carro de oro tirado por pavos —furiosa a causa de otra de las numerosas infidelidades de Zeus— y llegó hasta la jurisdicción de los dioses egipcios, encontrándose con Isis, que sollozaba entristecida.

La griega frenó su carro con un chirriar de patas y se dispuso a saber algo de aquella desconocida y doliente fémina.

Hablaron y departieron las dos diosas, llegando a sentirse tan acopladas que la amistad no tardó en surgir entre ellas.

Isis, relató a Hera que su desconsuelo se debía a la perdida del falo de su esposo, después de que Set lo hubiera desmembrado y esparcido de tal forma que ella, Isis, aunque localizó y compuso de nuevo a su amado Osiris, nunca halló su pene.

Quedó Hera pensativa y al fin, en su mente se fraguó una idea genial. Prometió ayudar a su nueva y gran amiga y partió.

Zeus dormía con un sueño pesado —como si hubiese bebido alguna droga, que alguien pudiera haber vertido en su licor de frambuesas— Soñaba, agobiado, que alguien le extirpaba el pene.

Ese mismo día volvió Hera a visitar a su amiga; en un primoroso paquete de color añil, le traía un presente.

Isis, alborozada por la llegada de la diosa helena, se tornó radiante de felicidad cuando abrió el fardo y descubrió en su interior un hermoso y enorme falo.

—Es divino, por lo tanto compatible —le aseguró la griega, ufana.

4 comentarios

Goreño -

Es que los falos no traen más que problemas.
Muy bonito, Espuma, pero la historia es de las que duelen, eso debe ser tremendo. Un besito.

Jose -

Glub...menos mal que ya no hay diosas...

Espuma -

ya sabes, White, las mujeres cuando nos hieren somos fieras de la selva... ;-)

un beso enorme.

white -

Uyyy, que vengativa, es que eso de ser diosa te obliga a hacer todo a lo grande. Besitos.